domingo, 17 de marzo de 2013

EDUCAR PARA VIVIR Y CONVIVIR



Comparto este link con  nuestros lectores y en especial el artículo que se describe a continuación. A mi parecer, fresco e interesante en estos días donde los educadores debemos transformar profundamente el rol que desempeñamos. Ya no pueden percibirse como meros dadores de clase o como cuidadores de niños y/o adolescentes mientras sus padres trabajan, sino como educadores socialmente comprometidos con el paìs, que conviertan las aulas e instituciones educativas en lugares de trabajo, participación, formación y producción.


           “Sobre un viejo pupitre marcado por el tiempo, donde muchos otros niños algún día aprendieron a escribir, reposa un cuaderno abierto con la página en blanco, esperando ser escrita y sobre ella la mano pequeña de un niño que juega con su lápiz haciendo siluetas en el aire, imaginando historias que podría escribir, dejando volar su imaginación, mientras su maestra copia un largo texto en la pizarra y se siente dichosa por su capacidad de enseñar”
        (Autor desconocido)   
            
La educación, además de ser transmisora de saber, de cultura y de socialización, también es un lugar de vida, y debe estar orientada y preparar para vivir y para convivir, de forma que a los estudiantes se les adiestre para la vida, para desenvolver su propio proyecto de vida y se les capacite para convivir construyendo unas relaciones con mayor densidad y calidad humana.
          Quien pretende educar así, debe valorar a la persona por lo que es, más que a las cosas que posee, y ser consciente de que cada estudiante encierra grandes posibilidades, más de las que aparenta tener.
          Educar para la vida y la convivencia nos lleva a educar considerando que: La educación es una tarea personal, en la que el sujeto de la educación debe implicarse y sentirse protagonista. El estudiante es el centro y el fin del proceso educativo, y el educador debe tener con cada educando una actitud cercana, de escucha y de atención a la vida.
          La finalidad de la educación es el desarrollo pleno e integral de la personalidad de cada estudiante, y de todas las dimensiones que le configuran como persona y le ayudan a la iniciación y la relación con los otros.
          Los dones y las cualidades de los estudiantes deben aflorar para que crezca su autoestima, su aceptación y valoración personal. Desarrollar su capacidad de toma de decisiones y responsabilidades, la autonomía, la capacidad de saberse poner en el lugar de los demás.
          Pero también es preciso ser realistas y tomar conciencia de que la tarea educativa tiene sus limitaciones y que no es responsabilidad única de los profesores y educadores, ni tan siquiera tarea exclusiva de la familia, sino que requiere la implicación de toda la sociedad, para que cada niño y cada joven, aprenda a vivir  la vida con sentido, con propósito y responsabilidad.
Hoy requerimos de educadores sólidamente formados, que entiendan que su misión primordial es estimular el aprendizaje y la formación humana y ciudadana de sus estudiantes, y que el fracaso de sus estudiantes implica su propio fracaso.
Referencias Bibliográficas Consultadas:
Pérez Esclarìn. Educar para Humanizar. Educadores XXI 2005. Caracas Venezuela
Upel Selecciones de lectura. Filosofía de la Educación 2005. El humanismo

No hay comentarios:

Publicar un comentario