Amar no
es consentir, sobreproteger, dejar de hacer. El amor no crea dependencia sino
que da alas a la libertad e impulsa a ser mejor. Busca el bien –ser y no sólo
el bienestar de los demás. Ama el maestro que cree en cada estudiante, lo
acepta y valora como es, con su cultura, sus carencias, sus talentos, sus
heridas, sus problemas, sus sueños, su lenguaje, miedos e ilusiones; celebra y
se alegra de los éxitos de cada uno aunque sean parciales; y siempre está
dispuesto a ayudar a cada uno para que llegue tan lejos como sea posible en su
crecimiento y desarrollo integral.
Tengo una particularidad que lo que no siento, no lo pregono; para pedir paz, primero hay que sentirla en la mente y en el corazón, en la mente con la claridad de las ideas y las palabras sanas, amables, amigables; en el corazón con el sentimiento claro de no tener odio, rencor, resentimiento.
Al unir mente y corazón la acción inmediata es la transparencia de abrazar la paz contigo, porque sin estar muerta, para que me digas “en paz descanses”, sino viva, en paz vivas.
La pedagogía del amor se vale de todos los recursos y
oportunidades para acrecentar la confianza de los educadores en lo educandos,
que hará posible el nacimiento de la confianza que estos deben tener en si
mismos. Junto con la confianza, hay que cultivar profundamente la amistad. En la
amistad busca sediento todo ser humano la satisfacción del aprecio, confianza y
convivencia.
En lógica la teoría de la coherencia dice: que la verdad sólo es la coherencia de un conjunto determinado de proposiciones o creencias. La coherencia es una cualidad deseable en los seres humanos, es un aprendizaje para la felicidad, es una competencia que se desarrolla.
Se aplica a la persona cuya forma de pensar no se contradice con su forma de actuar, de no ser de esta forma eres incoherente.
Solo se requiere que lo que pienses, digas, sientas o hagas en relación a la paz, sea la acción coherente de lo que siente tu corazón.
Bibliografía consultada.
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