viernes, 21 de febrero de 2014

Práctica Pedagógica y Competencia Social

La convivencia social es un tema muy amplio, con múltiples aspectos y perspectivas a tratar. Ocuparse de ella puede suponer, desde hablar de disciplina a la mediación, pasando por su relación con las formas de aprender o el trabajo cooperativo, a hacerlo participe de la participación en el centro educativo o fuera de él. Para avanzar en la práctica pedagógica no es necesario siempre llegar a proyectos muy globales o terminados.
El aprendizaje no es un proceso indeterminado e impersonal   que se da solo en los cetros educativos. Ni es un proceso que funcione aparte de la persona, o algo individual. Por eso no se puede olvidar que cada estudiante tiene vida a su alrededor; tampoco se puede  dejar de tener en cuenta a la persona y su desarrollo emocional, ni se puede hablar de aprendizaje sin incluir al grupo y la convivencia con él.

La convivencia y las relaciones intergrupales y personales son aspectos que van irremediablemente unidos al proceso de aprendizaje. No se puede desligar ambas cosas, siempre estarán en relación para  entorpecerse o para apoyarse.
Aprender a convivir y relacionarse forma parte del aprendizaje. Hablar de convivencia, relaciones presume tener en cuenta, por una parte una serie de habilidades y procedimientos a desarrollar, y por otra incluir una serie de valores como aspectos del contenido a enseñar y aprender.

Es necesario definir la competencia social, como una expresión que engloba las dimensiones cognitivas y afectivas positivas que se traducen en conductas congruentes valoradas por la comunidad. Estos comportamientos hábiles favorecen la adaptación, la percepción de autoeficacia, la aceptación de los otros y los refuerzos agradables, es decir, el bienestar. La competencia social es un indicador social de salud mental.
Componentes del Comportamiento social:  Habiliadad, objetivo, táctica, situación, comportamiento positivo, aprendizaje de estrategias o habilidades.

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